martes, 24 de noviembre de 2009

Era por la piel.


Una de las dificultades más comunes para el desarrollo de la ciencia es la falta de un ejemplo de la materia de estudio que pueda ser manipulado en un laboratorio; los astrónomos no podían fabricar estrellas en la tierra y eso retraso sus descubrimientos, los médicos con frecuencia han enfrentado el problema también, no es deseable ni lógico someter a un paciente humano a cierto tipo de experimentos. En otras ocasiones cuando los experimentos no son moralmente aceptables aparecen otros problemas, son pocos los pacientes que pueden distinguir la férrea disciplina que involucra la ciencia, es por esto que no pocos médicos han decidido utilizar sus propios cuerpos como laboratorio… no es fácil conseguir conejillos de indias.

Algunas experiencias han sido terribles, otras solamente extrañas. En 1614, el médico Santorio Santorio decidió estudiar en detalle el proceso de los alimentos, estaba seguro de que el peso total del organismo adulto dependía por un lado del peso de la comida ingerida y literalmente por otro lado, del peso de los materiales de desecho expulsados diariamente. Para demostrar esto, Santorio construyo un extraño aparato: se trataba de una especie de báscula enorme, el dispositivo era capaz de pesar con bastante precisión el peso del científico; vino entonces la parte difícil, durante varias semanas Santorio recuría religiosamente a su aparato para realizar las 2 funciones básicas involucradas en la alimentación, la primera era simplemente incomoda: resultaba difícil comer mientras se balanceaba en la báscula. Lo que resulto verdaderamente degradante fue la otra parte del proceso: mientras mantenía una posición extraña, necesaria para no perder el equilibrio, Sanctorio depositaba cuidadosamente los residuos de la comida del día anterior en una cubeta que luego era pesada con cuidado.

Los esfuerzos del investigador rindieron frutos inesperados: El peso de los residuos era claramente menor al de lo esperado. En ocasiones, al evacuar el científico producía medio kilo de desperdicios pero su cuerpo perdía cerca de ¾ de kg de peso, una vez que analizó sus datos cuidadosamente Santorio concluyo correctamente que el peso faltante se perdía por la piel, la transpiración que entonces los médicos despreciaban se convirtió en objeto de estudio sistemático.

Gracias a los extraños experimentos de Santorio, las nuevas generaciones comenzaron a estudiar el proceso que permite aprovechar la energía de los alimentos y eliminar los residuos. La nueva ciencia del metabolismo permitió entender mejor estos procesos y en el camino salvar incontables vidas.

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