La primera guerra mundial fue quizá, el más inútil de los conflictos armados, durante los 4 años que transcurrieron desde el asesinato en Sarajevo hasta la firma del armisticio, muchos millones de personas murieron defendiendo terreno que era perdido al momento siguiente. La tecnología de la era industrial entrego a los soldados armas con un poder destructivo inusitado, una sola persona armada con una ametralladora podía detener a una carga entera de infantería, durante el desarrollo de la guerra muchas armas sufrieron un cambio espectacular; los aeroplanos al final del conflicto eran máquinas confiables y terribles, las ametralladoras y los gases venenosos también sufrieron grandes evoluciones.
Las tablas incluían además, correcciones por viento y otros efectos. Con esta información, los soldados lo tendrían todo para dejar caer una llovizna de acero por la ciudad luz, pero a los ingenieros alemanes se les olvidó un pequeño detalle: la tierra es redonda y gira sobre su propio eje. Al disparar las primeras granadas, los soldados se dieron cuenta, asombrados que todas las granadas caían a la derecha de París. Pasó un tiempo antes de que notaran la causa de este fenómeno; durante el tiempo que le llevaba la granada llegar hasta París, la tierra y la ciudad luz con ella giraba y alcanzaba a ponerse a una distancia en su diario viaje alrededor del eje terrestre. Este efecto, conocido como aceleración de Coriolis ya era conocido por los físicos, pero afortunadamente para París, los ingenieros alemanes en su afán por destruir a sus enemigos no lo incluyeron en sus cálculos.
La ilusión de Obama
La elección de Barack Obama generó grandes expectativas de cambio hacia América Latina. Pero son sólo ilusiones
Sí hay un cambio, pero el giro es porque el gobierno de Bush se fue tan al extremo del espectro político estadunidense que casi cualquiera se hubiera movido hacia el centro. De hecho el propio Bush en su segundo periodo fue menos extremista. Se deshizo de algunos de sus colaboradores más arrogantes y sus políticas fueron más moderadamente centristas. Y Obama, de manera previsible, continúa con esta tendencia.
Giró hacia la posición tradicional. Pero ¿cuál es esa tradición? Kennedy, por ejemplo, fue uno de los presidentes más violentos de la posguerra. Woodrow Wilson fue el mayor intervencionista del siglo XX. El centro no es pacifista ni tolerante. De hecho Wilson fue quien se apoderó de Venezuela, sacando a los ingleses, porque se había descubierto petróleo. Apoyó a un dictador brutal. Y de allí continuó con Haití y República Dominicana. Mandó a los marines y prácticamente destruyó Haití. En esos países dejó guardias nacionales y dictadores brutales. Kennedy hizo lo mismo. Obama es un regreso al centro.
Es igual con el tema de Cuba, donde durante más de medio siglo Estados Unidos se ha involucrado en una guerra, desde que la isla ganó su independencia. Al principio esta guerra fue bastante violenta, especialmente con Kennedy, cuando hubo terrorismo y estrangulamiento económico, a lo que se opone la mayoría de la población estadunidense. Durante décadas, casi dos tercios de la población han estado en favor de la normalización de las relaciones, pero eso no está en la agenda política.
Las maniobras de Obama se fueron hacia el centro; suspendió algunas de las medidas más extremas del modelo de Bush, y hasta fue apoyado por buena parte de la comunidad cubano-estadunidense. Se movió un poco hacia el centro, pero ha dejado muy claro que no habrá cambios.
Las reformas de Obama
Lo mismo sucede en la política interna. Los asesores de Obama durante la campaña fueron muy cuidadosos en no dejarlo comprometerse con nada. Las consignas fueron la esperanza y el cambio, un cambio en el que creer. Cualquier agencia de publicidad sensata habría hecho que ésas fueran las consignas, pues 80 por ciento del país pensaba que éste marchaba por el carril equivocado. McCain decía cosas parecidas, pero Obama era más agradable, más fácil de vender como producto. Las campañas son sólo asuntos de mercadotecnia, así se entienden a sí mismas. Estaban vendiendo la marca Obama en oposición a la marca McCain. Es dramático ver esas ilusiones, tanto fuera como dentro de Estados Unidos.
En Estados Unidos casi todas las promesas hechas en el ámbito de reforma laboral, de salud, de energéticos, han quedado casi anuladas. Por ejemplo, el sistema de salud es una catástrofe. Es probablemente el único país en el mundo en el que no hay una garantía básica de atención médica. Los costos son astronómicos, casi el doble de cualquier otro país industrializado. Cualquier persona que tiene bien puesta la cabeza sabe que es la consecuencia de que se trate de un sistema de salud privado. Las empresas no procuran salud, están para obtener ganancias.
Es un sistema altamente burocratizado, con mucha supervisión, altísimos costos administrativos, donde las compañías de seguros tienen formas sofisticadas de evadir el pago de las pólizas, pero no hay nada en la agenda de Obama para hacer algo al respecto. Hubo algunas propuestas light, como por ejemplo la opción pública, pero quedó anulada. Si uno lee la prensa de negocios, encuentra que la portada deBusiness Week reportaba que las aseguradoras celebraban su victoria.
Se realizaron campañas muy exitosas en contra de esta reforma, organizadas por los medios y la industria para movilizar segmentos extremistas de la población. Es un país en el que es fácil movilizar a la gente con el miedo, e inculcarle todo tipo de ideas locas, como que Obama va a matar a la abuela de uno. Así lograron revertir propuestas legislativas ya de por si débiles. Si en verdad hubiera habido un compromiso real en el Congreso y la Casa Blanca, esto no hubiera prosperado, pero los políticos estaban más o menos de acuerdo.
Obama acaba de hacer un acuerdo secreto con las compañías farmacéuticas para asegurarles que no habrá esfuerzos gubernamentales por regular el precio de las medicinas. Estados Unidos es el único país en el mundo occidental que no permite que el gobierno use su poder de compra para negociar el precio de los medicamentos. Un 85 por ciento de la población se opone, pero eso no significa diferencia alguna, hasta que todos vean que no son los únicos que se oponen a estas medidas.
La industria petrolera anunció que va a utilizar las mismas tácticas para derrotar cualquier proyecto legislativo de reforma energética. Si Estados Unidos no implanta controles firmes sobre las emisiones de dióxido de carbono, el calentamiento global destruirá la civilización moderna.
El diario Financial Times señaló con razón que si había una esperanza de que Obama pudiera haber cambiado las cosas, ahora sería sorprendente que sí cumpliera con lo mínimo de sus promesas. La razón es que no quería cambiar tanto las cosas. Es una criatura de quienes financiaron su campaña: las instituciones financieras, las energéticas, las empresas. Tiene la apariencia de buen tipo, sería un buen acompañante de cena, pero eso no permite cambiar la política; la afecta un poco. Sí hay cambio, pero es un poco más suave. La política proviene de las instituciones, no está hecha por individuos. Las instituciones son muy estables y muy poderosas. Por supuesto, encuentran la manera de confrontar lo que sucede.
Si Napoleón no hubiera vacilado una hora en Waterloo no hubiera sido vencido. Un solo instante de vacilación en los instantes solemnes de la vida, tienen resonancias formidables. El doctor vaciló ese instante cuando Alda le conjuraba un cuerpo en qué encarnarla y las consecuencias fueron fatales. Hay que decirlo, aun cuando el escucha pierda la emoción por el héroe. Rafael Antiga era un filósofo (lo peor que se puede ser en este mundo), la naturaleza que bien pudo darle una verruga o un lobanillo tuvo a bien dotarle de una bien calibrada cavidad craneana repleta de sesos de calidad y ahí estuvo el mal.; de otra suerte el doctor habría poseído una noción exacta de la existencia, habría sido un hombre práctico, habría esquivado las relaciones con Andrés, el desequilibrado más genial que se haya visto en México y Alda no estaría donde estaba, ocupándole sin pagar renta la mitad del cerebro, pero Dios ordenó las cosas de distinto modo y Rafael (que pudo ser un hombre de provecho para la humanidad): abarrotero, calicut, prestamista, empleado, club mano algo por el estilo, desde muy temprano se engolfó en los libros, se vistió de teorías, viajó por utopía y cuando estaba al borde del abismo, Andrés le hundió en él como miguel a Satanás.
Andrés y Rafael fueron condiscípulos, como eran los únicos cerebros destorrentados en la escuela se comprendieron luego;
Andrés era pobre y Rafael era rico,
Andrés era poeta y Rafael era filósofo,
Andrés era rubio y Rafael era moreno…
¿Sorprenderá a alguien que se hayan amado?
Sin Rafael, Andrés se hubiera quedado por algún tiempo en la sombra pero Rafael le hizo surgir a luz, le editó un libro que se titulaba “El poema eterno” el cual fue traducido al francés, al inglés y al alemán y se vendió en todas partes y en todas fue conocido menos en México, donde sirvió de hipódromo a las moscas en los escaparates de Bouret, de Budin y de Buxó, las tres bes de donde, como de tres pares de argollas, se hace la pobre esperanza de lucro de nuestros autores.
No contento con esto, Rafael editó un segundo libro de Andrés: “El reino interior”, novela simbolista que Beston publicó —according to the Spanish edition— estereotipada y en tomos muy feos, pero que circularon por todo el orbe. Pronto Andrés escribió en español como escribe Armando Palacio Valdés: para dar pretexto a que lo tradujeran al, inglés y al francés. Los yanquis le pagaban a peso de oro —American gold— sus cuentos, sus novelas, sus artículos, y fue célebre sin que México, que estaba muy ocupado en las obras del Desagüe, se diese cuenta de ello.
Dice Bourget, tomándolo de no sé dónde, que por raro que sea un amor verdadero, es más rara aún una verdadera amistad.
La de Rafael y Andrés constituía una de estas rarezas.
Andrés vivía dedicado a la literatura y al ocultismo— había nacido para el ocultismo como Huysmans, como Jules Bois.... ¿Cómo Peladan? ¡No, como Peladan, no!— y dizque obtenía resultados maravillosos. En algo se había de distraer el pobre en esta gran casa de vecindad que se llama México.
Rafael vivía dedicado a la “Filosofía de la Medicina”, a esperar un alma de mujer que no venía nunca — ¡hasta que vino!— y a escribir en su diario períodos humorístico-pesimistas, salpicados de la consabida frase, parodia de la de Ricardo III en la derrota de Bosworth: Mi Kingdom for a... soul (Mi reino por un... alma).
¿No habían de comprenderse los dos?
Claro que sí.
Y se comprendieron.
Mas, como quien bien te quiere te hará llorar, Andrés iba a hacer llorar a Rafael —o mejor dicho, al hemisferio derecho del cerebro de Rafael— lágrimas de sangre, como verá quien siga leyendo.
Hay regalos que no se hacen impunemente. No se puede jugar con el rayo; no se puede bromear con el milagro...
Alda era un tremendo obsequio—Aquella a quien jamás debe uno encontrar— Más tremendo que el fin del mundo, imaginado por doña Corpus...
Y basta de digresión.