domingo, 27 de septiembre de 2009

A propósito de la contracultura cibernética


“Una civilización en el ciberespacio, más humana, y hermosa que la que los gobiernos hayan creado antes” y yo digo ¡Hágame usted el favor! A quien se le puede ocurrir crear una civilización “humana” en un lugar no existente, poseedora de una hermosura tal, que nunca conocerás a tu interlocutor (si es que tienes la fortuna de que sea un humano y no un ordenar programado para satisfacer tus vacios emocionales).

Esta opción (si es que se le puede denominar así) que habla de sobrevivir en un mundo pleno que, en el interior de una pantalla por supuesto, es solo una visión de la decadencia que nos avecina y no porque el fin del mundo se haya proclamado ya por nosotros mismos, sino porque hay una evidente pérdida de la esperanza que se traduce a su vez en la decadencia psicológica de la sociedad y esto no es más que una cadena de dependencia en la que nos concebimos como seres INCAPACES.

Esta visión de salvación en la red y ni siquiera a través de ella no es más que una visión deprimente y hasta antagónica de las experiencias radicales de los años 60’s. Teniendo en cuenta que es en ella en donde se busca lo que en el mundo físico –mundo real—no somos capaces de desarrollar.

Por otro lado, los grupos y subgrupos creados en la red poseen como toda organización sus virtudes y defectos aunque, hay una característica que se encuentra ubicada en estos dos extremos: el anonimato.

Nos ubicamos en una red en la que no hay rostros, no hay nombres y un usuario puede igualmente poner al alcance del mundo un software que te ahorrará muchas monedas pero que provocara pérdidas millonarias (¡Qué nos importa si la industria no es nuestra!), entrar a ordenadores de corporaciones internacionales y con mayor facilidad a tu cuenta de correo electrónico, hacer transferencias millonarias u obtener la clave de tu tarjeta de crédito ¡En fin!Es la red un mundo de posibilidades.

En base a esto, los valores que se proclaman resultan sumamente ambiguos o peor aún, oportunistas. Y esto porque nos proclamamos un “universo” defensor de la privacidad y sabemos en contraparte de la venta de bases de datos, del envío de correos que nunca solicitaste como los recién distribuidos por la presidencia de la república a propósito de las “fiestas patrias” que evidentemente pueden atribuírsele a un organismo de tipo gubernamental no eximen a corporaciones privadas o hasta individuos quienes te ofertan desde un celular hasta órgano

s y ¿Por qué no? Un delito transmitido en directo.

Hay que entender que esta gran red compartida por millones de usuarios alrededor de todo el mundo no es más que un medio, un instrumento y no un segundo hábitat en el cual desahogar nuestras represiones. Porque es muy hermoso poder hablar de pluralidad, igualdad, inclusión, etc. Pero todo esto hay que proponerlo y llevarlo a cabo en el mundo de verdad, en el mundo de fuera, en tu mundo y el mío, y no como una solución mediática a los malestares

de la sociedad que en efecto está dolida, dañada pero que contrario a lo que pareciera aun tiene esperanza; una sociedad de la que, si nos seguimos alejando para encerrarnos en nuestra maquina, nada quedará de ella. Y habrá sido (sin duda) el discurso oficial, el de sometimiento y dominación el que se habrá mantenido.

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