domingo, 31 de octubre de 2010

Porque todos somos Marcos.

Sin el afan de embriagarlos de indigenismo y después de fructiferas experiencias les dejo este video como inicio y fin de un reporte ciclico en el que narraré lo vivido, lo sentido y lo aprendido de esta experiencia.Por lo pronto disfruten y mediten el siguente video.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Un video ad hoc con este blog

martes, 26 de octubre de 2010

El amor embrutece

Un reciente meta-análisis realizado por la investigadora Stephanie Ortigue, de la Universidad de Syracuse, en Nueva York, revela que enamorarse no sólo puede provocar una sensación de euforia parecida a la vinculada al consumo de cocaína, sino que también afecta a las áreas intelectuales del cerebro. Además ha calculado que el fenómeno popularmente conocido como 'flechazo' tarda aproximadamente un quinto de segundo en surtir efecto.

Los resultados del trabajo de Ortigue, publicados bajo el título “La Neuroimagen del Amor” en la revista Journal of Sexual Medicine, revelan que, cuando una persona se enamora, hasta 12 áreas del cerebro trabajan conjuntamente para liberar las sustancias químicas que inducen euforia, como la dopamina, la oxitocina, la vasopresina o la adrenalina. Y que “diferentes tipos de amor implican a distintas áreas cerebrales”. Por ejemplo, el amor apasionado pone en acción a las zonas relacionadas con la recompensa y algunas funciones cognitivas superiores, como las que participan en la creación de metáforas y en la representación de la imagen corporal.

Entonces, ¿el amor es corazón o cerebro? “Yo diría que el cerebro, pero el corazón también está implicado", responde Origue, que cita como ejemplo que cuando se generan cascadas de neurotransmisores en ciertas zonas del cerebro el corazón se acelera y aparecen las “mariposas” en el estómago. Según la investigadora entender cómo y por qué nos enamoramos ayudará también a reparar un “corazón roto” por el desamor.

domingo, 17 de octubre de 2010

La hamburguesa eterna.

Sally Davies, una fotógrafa de Nueva York, y vegetariana desde hace décadas, quiso hacer un curioso experimento fotográfico a través de Internet, para denunciar los peligros de la comida basura. Para ello, acudió a un McDonald's y compró un menú Happy Meal. Su idea era presentarlo en un plato y hacerle una foto al día y colgarla en Internet, en su perfil de Facebook y en Flickr. Pensaba que día tras día la hamburguesa y las patatas se irían deteriorando.

Sin embargo, el experimento no ha salido como ella esperaba. Al pasar los días y ver que las fotografías que realizaba eran prácticamente iguales, Davies comprobó que la hamburguesa no se veía afectada por estar expuesta y no le aparecía el moho que ella esperaba. "Planeé fotografiar la descomposición de la hamburguesa todos los días y así comprobar el proceso de deterioro", asegura la fotógrafa, que abrió una página en Facebook denominada McDonalds Happy Meal Project. "Pasé a fotografiar el plato cada semana, pero nada".

Así, no ha habido muchos cambios en el menú de McDonald's desde el 10 de abril de 2010 en que inició el experimento fotográfico. El pan se ha endurecido e incluso una pequeña parte se ha desprendido y la carne se ha reducido en tamaño debido a que se ha secado, pero no ha habido muchos más cambios.

La existencia de su proyecto se ha difundido rápidamente por Internet, lo que ha provocado que McDonald's haya hecho una declaración pública sobre el asunto. La cadena de restaurantes de comida rápida asegura que algo "debe de haber alterado el alimento de alguna forma". "El Happy Meal dejó de oler en poco tiempo y pronto comenzó a parecer una versión plastificada del menú", asegura. "Seis meses después la comida tiene un tacto de plástico y un brillo acrílico y está dura como una roca", apunta Davies.

Davies, una fotógrafa de reconocido prestigio, asegura que no está tratando de ir contra la comida de McDonald's y afirma que no tiene razones para creer que este fenómeno sea exclusivo de los alimentos de esta cadena. "A pesar de que utilicé un Happy Meal de McDonalds para este proyecto, podría haber sido un menú de cualquier otro restaurante", apunta. "Simplemente, McDonald's está cerca de donde yo vivo".
Otros casos

No es la primera vez que una hamburguesa de McDonald's permanece inalterable durante mucho tiempo. Foros y blogs en Internet apuntan a usuarios que aseguran tener hamburguesas que tienen más de 12 años y que han permanecido prácticamente igual que el primer día.

Incluso, un ciudadano estadounidense, Len Foley, ha puesto en marcha el Museo de la Hamburguesa Biónica. En su casa, asegura que tiene decenas de ejemplares de hamburguesas compradas en diferentes momentos y sobre las cuales no parece que haya pasado el tiempo.

Mañana, la respuesta de Mc Donalds.

sábado, 16 de octubre de 2010

Uno de abogados.


En los últimos días tuve el gusto de volver a platicar con un querido amigo que además de recordar a esta escritora despues de años de ausencia, recuerda la existencia de este blog por lo cual, he decidido saldar la deuda que meses atrás (quizá hasta un año) adquirí con él para publicar algo respecto a su profesión. Aquí les dejo pues un chistorete cortesia de Jorge "El chino" dedicado con todo cariño (Y CON TODO RESPETO) a quien me sacará del torito: Ricardo Chávez y a todos los abogados que ojalá no me demanden por esta publicación. Enjoy it!

Un abogado andaba por la calle, y vio un letrero que decía:

CLÍNICA MÉDICA LA SORPRESA 

Curamos cualquier enfermedad, garantizamos resultado!!!

Caso contrario devolvemos el DOBLE de su dinero.

El pensó, estos se creen chingones pero como soy abogado seré más cabrón y les sacaré una lana. 

Entró en la clínica, pagó su consulta y lo recibió el médico sonriente...
Si buenas tardes que le trae a nuestra clínica?

Doctor, perdí mi paladar, no consigo más sentir el gusto de nada, café, agua, arroz, pan, helado etc.…

Usted podrá curarme?
Sí, por supuesto, enfermera tráigame el bote número 13

la enfermera trajo el bote número 13 lleno de mierda

el médico llenó una cuchara y se la metió en la boca al abogado.
Qué es esooo?, gritó, está loco?, usted me dio mierda??

Y el médico inmediatamente:
Listo…. Recuperó el gusto, ESTÁ CURADO!!!!!

El abogado salió echando chispas de la clínica pensando:

el hijo de su chingada madre me agarró de sorpresa, me vio la cara de pendejo y me chingó pero me las pagará el cabrón y recuperaré mi lana.
Vas a ver cabrón, la próxima vez seré infalible como abogado que soy.

Días después volvió a la Clínica, entró y pagó su consulta.

El médico: Hola, de nuevo por aquí?????????? -
El abogado: Cómo que de nuevo aquí?.quién es usted? ….quién soy yo?... dónde estoy????.. creo que perdí la memoria!
El médico sin pestañear gritóóóó….
Enfermera tráigame el bote número 13

El abogado:
El bote numero 13 nooooooooo de nuevo la mierdaaa noooo!!!!
El doctor: Maravilloso!!! , Maravilloso!!!, recuperó su memoria,

ESTÁ CURADO!!!!!.

viernes, 1 de octubre de 2010

Chinnnnnnnn..............

Vas de prisa por la mañana. Estás terminando de arreglarte y no traes zapatos. De pronto se te engancha el dedo chiquito del pie con la pata de la cama. Viene a tu boca una letanía de maldiciones, pero te contienes: desde pequeño tu madre te amenazaba con lavarte la boca con jabón si se te ocurría decir una mala palabra. Lo mismo ocurre cuando te pegas con el tubo de la mesa en el nervio de la rodilla, o cuando te cortas un dedo con la orillita de la hoja de papel. Y por qué tanta represión, si una pequeña maldición no le hace daño a nadie, sólo se trata de desahogarnos y sentir que el dolor pasa más rápido.

Muy a pesar de lo que digan las mamás y las buenas conciencias, aguantarse las ganas de maldecir no nos hace más tolerantes al dolor, sino todo lo contrario. (Claro, no falta quien exagere un poco, pero eso es otro cantar.) En un estudio publicado en el diario Neuroreport de Inglaterra, los investigadores hallaron que maldecir después de darse un golpazo resulta bastante útil para ayudar a sanar. El experimento consistió en lo siguiente:

A un grupo de voluntarios le pidió que metiera las manos en una tina con agua helada y que soportara el mayor tiempo posible sin decir ni pío. A otro grupo se le permitió que gritara su maldición favorita, y a un tercero, que se quejara con un lenguaje moderado. Curiosamente, los que pudieron vociferar a sus anchas soportaron la molestia del frío durante más tiempo que los otros. Además, los investigadores detectaron que el ritmo cardiaco de los más "soeces" aumentó de manera notable -signo ligado al instinto de supervivencia, ya que prepara al individuo para luchar por su vida.

Aunque maldecir, gritar o quejarse ha sido algo natural en nuestro lenguaje durante siglos, no se sabe exactamente cómo es que ayuda a aliviar el dolor. Los científicos responsables del anterior estudio apuntan una teoría basándose en la actividad cerebral detectada durante el experimento. La mayoría de las funciones del lenguaje ocurren en el hemisferio izquierdo del cerebro, responsable de la comunicación. Al maldecir, sin embargo, se detecta mucha más actividad en el hemisferio derecho, donde las emociones tienen lugar. Aunque el grito o la queja corresponden a la necesaria expresión de una emoción, se considera inapropiada y condenada en muchos grupos sociales, sin tener en cuenta cuánto dolor se está padeciendo.

Valdría la pena preguntarse entonces por qué se busca reprimir la expresión de dolor. Si sabemos que gritar o quejarse es favorable para aliviar a quien lo padece, ¿no será que se le reprime porque provoca angustia a quienes lo rodean? Durante mucho tiempo se nos ha dicho que soportar el dolor estoicamente y sin poner mala cara es sinónimo de fortaleza, pero ¿a qué precio? Llevando el caso a un extremo práctico, conozco algunas personas que comenzaron tomando un analgésico para aliviar dolor (y las consabidas quejas), pero luego se hicieron adictos a la sustancia. Me pregunto si vale la pena reprimir los mensajes que nos manda el cuerpo.

Después de todo, parece ser que hacer gala de nuestro florido lenguaje tras pegarnos en el codo no es tan mala idea. Y como todo en la vida, este remedio también debe usarse con moderación para que no pierda su efecto curativo.

Aquí les dejo un comercial de la refresquera más famosa del mundo, nomás pa que vean que aunque no nos duela, a todos nos duele algo.



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