lunes, 21 de diciembre de 2009

Polvo eres...

Durante siglos, la naturaleza de la materia viva permaneció más allá del alcance de la ciencia,

era obvio que los seres vivos tienen características muy peculiares. Sus cuerpos por ejemplo, estan hechos de una sustancia que no podía ser encontrada en el mundo mineral por ningún lado; todos lo minerales son duros como piedra o líquidos como el mercurio. El cuerpo de los seres vivos puede tener muchas texturas, pero casi en todos los casos la materia viva es suave, gelatinosa, vibrante.

Una de las frases más atinadas en relación a como vemos al mundo es la que dice que se necesita una mente poco usual para analizar lo obvio. La historia del estudio de la materia viva es un buen ejemplo y era obvio que la materia viva estaba hecha de materiales especiales, muy diferentes a los que se encuentran en la naturaleza… había algo de especial, casi sobrenatural en los seres vivos, era tan claro como el agua. Algunas personas sin embargo sospechaban de esta verdad tan evidente: todos los organismos al morir, se transforman en un polvo que no parece ser diferente al de un camino cualquiera, ese polvo examinado en un laboratorio resulta ser muy similar por su composición a un puñado de simple tierra, tan igual que a veces es indistinguible. Sin embargo, esa evidencia fue despreciada por muchos años.

En 1746 ocurrió u avance realmente importante aunque permaneció en la obscuridad por algún tiempo: Vincenzo Mencinni era un medico obviamente italiano que tenía una mente obviamente inquieta, quería demostrar que la materia viva está hecha de materiales especiales diferentes a los naturales. Para demostrara que los seres vivo s rechazaban a la materia del mundo natural, decidió alimentar a unos perros con comida enriquecida con mineral de hierro. Este metal resulto ser un excelente embajador del mundo inanimado: es frio, duro y está obviamente muerto.

Durante su experimento, el investigador quiso demostrar que el hierro no se encuentra en la sangre de los perros que comen alimentos normales y para ello quemo un poco de sangre de perro en un laboratorio. Al analizar las cenizas se llevó una sorpresa mayúscula: en la sangre de los perros había una pequeña cantidad de hierro, este resultado inesperado lo impulso a realizar otros experimentos. Después de varios ensayos, determinó que el hierro se encuentra en la sangre de todos los perros, es más, pudo identificar que el hierro se encontraba almacenado específicamente en los glóbulos rojos. Esta fue la primera ocasión que se encontró que ciertos elementos químicos naturales en algunas cantidades resultan indispensables para la vida.

La consecuencia inesperada fue más grande: un siglo más tarde resultó obvio que todos los seres vivos, incluyéndonos a nosotros estamos hechos de los mismos elementos químicos que existen en el polvo de los caminos, en las rocas del desierto, y flotando en los océanos.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Template by:

Free Blog Templates